martes, julio 04, 2006

Chant XVIII: Varg

Empiezo sin haber titulado aun el canto. Escribo porque dentro de poco he de presentar un cuento a un concurso de Tudela, y todavía no he escrito nada. De hecho, ni siquiera sé sobre qué escribir. El problema, como siempre, será que el máximo son tres hojas. Sea como sea, escribo esto ahora para improvisar y ver qué sale, esperando que venga la Inspiración y así comenzar con el cuento. Imagino que será demasiado parecido a lo que escribo siempre, con el típico principio... Veamos qué tal nos sale.

Al oír las campanas doblar miré instintivamente hacia la ventana. Nuestro pequeño poblado de tejados blancos, al pie de unas montañas angulosas y terriblemente altas, estaba siendo atacado. Y verles a ellos a lo lejos me lo confirmó.

Salí corriendo de la habitación. "Mamá, mamá" grité. Tropecé con ella al entrar a su cuarto; hacía una maleta a toda prisa y descuidadamente. "Varg", dijo, y me dio un abrazo. "Ahora vienen de verdad, ¿no?" No me contestó; simplemente apretó más el abrazo y me dio un beso. Pude notar lágrimas saladas callendo por mis mejillas, sin saber si eran mías o de ella.

El sonido de las campanas comenzó a verse superado por el de la tormenta de nieve que caía. Mamá me soltó, cerró la maleta, me cogió de la mano y me llevó corriendo al granero de la casa. Ahí estaba Laiho, nuestro burro. El asno estaba visiblemente perturbado, como si su mente animal a caso no fuese tan distinta a la nuestra y pudiese notar el desasoiego reinante. Tras susurrarle al oído unas palabras de calma que ella misma necesitaba, mamá comenzó a preparar rápidamente nuestra partida. Puso la maleta en una de las bolsas [he de recordar cómo se llaman] y en la otra algo de comida en dudoso buen estado, pero comida al fin y al cabo: algo de pan, un par de odres y unas cuantas tiras de carne seca. La silla de montar fue algo complicada de poner, pues cuando la compró mamá no se dio cuenta de que era para caballos, así que al montarnos finalmente estuvimos cerca de caernos. Yo me senté delante de ella, cubriéndome con una capa que me dio para protegerme del frío que fuera hacía, mientras ella cogía las riendas y dirigía al lento pero leal Laiho fuera del pequeño granero.

Efectivamente, en el exterior el frío era aun mayor que dentro de nuestra humilde casa. El viento dirigía los copos de nieve violentamente contra nosotros, por lo que a duras penas pudimos ver que el pueblo de Vinternatt ardía con un fulgor que se rebelaba contra la tormenta. Ahogamos un grito al unísono, y espoleando a Laiho nos alejamos del incesante clamor de campanas, ahora unido al terrible sonido de lo familiar ardiendo. Pero por encima de todo podía oír el llanto apagado de mi madre. Estando a cierta distancia volví atrás la mirada a penas un instante, y me espantó de tal manera lo que vi que grité como si lo que estuviese ardiendo era mi interior. Allí, en medio de las llamas, uno de ellos ardía sin arder.

Fue en ese preciso momento cuando todo comenzó


Bueno, no está mal. Me gusta bastante. Sí, efectivamente: el nombre de Varg (lobo en noruego) está inspirado en Varg Vikernes, cantante y único componente de Burzum. Y sí, habéis dado en el clavo, Laiho está sacado del cantante y guitarrista de Children of Bodom. Vinternatt es una palabra sueca cuyo nombre desconozco que vi en la letra de Trollhammaren, de Finntroll. Estoy dudando si titularlo "Varg" o "Ellos". Me gustaría que si lo leéis me comentaseis qué os parece, aunque me digais que es la mayor bazofia que habéis leído en vuestra vida, e incluso que opinarais sobre qué nombre os gusta más. Por el momento, el post se llamará Varg.

Espero seguir desarrollando este cuento, y sobre todo no parar de escribir. Si el destino lo quiere, podré ir continuándolo poco a poco, y tal vez pronto ya podais leer la siguiente parte. Hasta entonces, desafiad tan solo si tenéis una manera de resistir las mentiras.

Est sularis oth mithas